Te lo habrán dicho ya: que nadie muere
de ausencia, que se olvida, que un lamento
se repara con otro, y es el viento
o la raya en el agua que se hiere.
Y esta sed miserable que no quiere
perderte, acabará; y el pensamiento
por tanto tiempo tuyo, en un momento;
aunque hoy se aferre y grite y desespere.
Si todo se ha de ir, ¿Por qué llegaste?
¿Por qué si no me quieres, me has querido?
¿Me has curado tan sólo para herirme?
Así fue; te tuviste y me dejaste;
nada me quedará: te he recibido
no más que para verte y despedirme.
Rubén Bonifáz Nuño
Sorprendida, esa sería la palabra adecuada. Así me he sentido los dos últimos días, sorprendida de tenerme.